Caminar por San Telmo un domingo de lluvia no es precisamente el mejor plan, sobre todo si no se cuenta con un paraguas y sabiendo que es el único día disponible para recorrer el famoso mercado bonaerense.
Luego de una vuelta algo apresurada a causa del clima, el hambre comenzó a arreciar bordeando las 2 de la tarde. Sin una guía clara de los lugares más recomendados a mano, ni mayor conocimiento de la zona, nos adentramos calle abajo por Defensa, en busca de alguna sorpresa, y recorridas unas cuántas cuadra en dirección a la Plaza de Mayo, voilá…Apareció La Petanque.
Esta brasserie de techos altos, luminosa y colorida, nos atrajo inmediatamente. A la entrada nos esperaba Pascal, un amable francés (que luego nos enteramos era suizo, no francés), el propietario.
Al no contar con reserva y estar a tope de gente el local, nos acodamos en la amplia barra a probar el excelente vino rosado de la casa, aunque se nos ofreció un kir de cortesía que declinamos.
La carta es sencilla pero contundente. Las entradas van desde ostras hasta pate en croute, pasando por un quiche lorraine, mientras que los principales incluyen steak tartar con papas fritas, conejo a la mostaza de Dijon, magret de pato a la naranja y Grand Marnier, y un salmón a la miel con puré de habas.
Una vez en la mesa optamos por una correctísima sopa de cebolla y un estupendo tartar de salmón.
Acto seguido, a pesar de que hay platos del día, y siendo domingo tocaba el confit de canard, llegó el turno de un insuperable y originalísimo risotto verde con verduras de estación y huevo mollet,que acompañamos del tinto de la casa.
Para rematar, decidimos probar la tarte tatin, logradísima, que decidimos acompañar de una copa de vino tardío.
Para rematar, tienen un muy buen café, que puede pedirse con una de tres variedades de coñac, un armagnac o incluso un calvados.
Todo un descubrimiento muy recomendable para un día de lluvia.