Bajo un cielo gris, Venecia, lucía el miércoles silenciosa y solitaria. No había colas, ni turistas, ni vendedores ambulantes. San Marcos respiraba aliviada porque, de momento, la iglesia se ha salvado, informa elpais.com en su crónica.
“Hemos estado a un solo paso del apocalipsis, ha sido un completo desastre”, asegura el ingeniero Pierpaolo Campostrini, procurador responsable del templo .
“El agua entró en la basílica, alagó el pavimiento y, al romper las ventanas, pasó a la cripta y la inundó. El peligro principal no tiene tanto que ver con lo que se encuentra en su interior, sino más bien con que la marea podría haber creado problemas de estabilidad en las columnas que sostienen San Marcos”, agrega Campostrini.

El 29 de octubre del año pasado, después de que la marea alcanzara niveles de 148 y 156 centímetros por encima del nivel del mar el mismo día, Campostrini afirmó, como recoge Il Corriere de la Sera: “Es como si San Marcos hubiera envejecido 20 años en 24 horas”. Esta vez, las olas han tocado los 187 centímetros en la ciudad.
En el atrio de la iglesia, en concreto, la invasión de agua salada ha llegado a alturas de 120 centímetros y ha entrado en contacto con los mármoles y los mosaicos.
“Son daños ocultos: el agua se evapora y se marcha, pero la sal se queda dentro”, ha explicado el experto. Y ha aprovechado para volver a reclamar los, al menos, 2,7 millones de euros que pidió hace un año al Gobierno italiano.
Aunque las principales preocupaciones se focalizan en la zona de San Marcos, hay más sedes culturales y monumentos en peligro, también por las fuertes y repetidas ráfagas de viento.
El Palacio Ducal permaneció cerrado el miércoles, con inundaciones en el patio interno, y así seguirá este jueves.
“Es imposible por ahora cuantificar los daños al patrimonio de Venecia, pero la situación es extremadamente compleja y preocupante”, ha declarado Salvo Nastasi, secretario general del Ministerio de Bienes Culturales y Turismo.
El agua venció, por ejemplo, la resistencia de La Partigiana, que yacía justo en una orilla, cerca de los jardines de la Bienal. Se opuso a la furia del fascismo, pero no ha podido con el ímpetu de las olas, que se han llevado literalmente por delante la estatua de bronce que Augusto Murer realizó en 1961.
La escultura reproduce el cuerpo tumbado de una mujer fallecida con las manos atadas, que homenajea a todas las luchadoras partisanas de Italia durante la Segunda Guerra Mundial. “En su lugar ahora hay un agujero y habrá que recuperarla en el agua”, informa Il Corriere.
El agua no ha afectado en cambio, según las primeras informaciones, a la estructura y la sala principal del teatro de La Fenice, aunque sí ha invadido sus áreas de servicio. La red eléctrica ha quedado inutilizable y ha sido desactivada, al igual que el sistema de protección contra incendios.